Al día siguiente, Lola fue al médico a quitarse la escayola y a que le miraran el diente que tanto le preocupaba. En el médico le dijeron que estaba muy bien y le dieron un libro de chistes para que hablara mucho y un bocadillo de “quesotún” para que se le cayera el diente y viniera el ratoncito Pérez de Chocolandia.
Esa misma noche con tanto chiste y bocadillo se le cayó el diente. Se acostó contentísima y al día siguiente se encontró debajo de la almohada una nota. No quiso leerla porque quería que estuviera Isolino delante.
Así que llegó al cole y todos le estaban esperando con el Cubicuento. Ella metió la mano y rápidamente empezaron a formarse palabras, frases y como no… cuentos. Pero Oh… qué ocurría, ¡qué divertido!, los títulos estaban cambiados y resulta que los títulos quedaban así:
Las tres cerditas, La patita fea, El bello durmiente, Caperucito y la loba, Doña Quijota de la Mancha, Platera y Yo, La Principita, Petra y la loba, Ceniciento, BloncoNieves y las siete enanitas, El sirenito, La reina leona, Ricitos de oro y las tres osas, La gata con botas, Pinocha y El bello y el bestio.
Todos se divirtieron un montón con esos cuentos tan originales. Llegó la hora del recreo y fueron Lola e Isolino a leer la nota del ratoncito Pérez cuando de repente vieron a unas personas de chocolate jugando al fútbol y al baloncesto porque resulta que era el regalo del ratoncito. Eran personajes de Chocolandia que iban a jugar con ellos. ¡Menudo regalo!
Estuvieron corriendo y corriendo pero empezó a salir el sol y los personajes comenzaron a derretirse. Todos empezaron a pensar qué podían hacer y llamaron a Dª Nevera , quien pensó que los metería un rato dentro y con unas palabras mágicas: “chocolatín, chocolatín quedaros para siempre aquí” los convertiría para siempre en figuras de chocolate pero sin derretirse.
Estos se pusieron muy contentos y les regalaron un botón de chocolate a todos los niños del colegio pero inesperadamente ocurrió que…
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